La pintura de Nacho es ante todo un planteo espacial. ¿Hasta qué punto un mural de treinta metros sigue siendo pintura?
Notamos el carácter envolvente de su obra. En esta exposición su pintura rodea y envuelve, literalmente. Crea planos de profundidad donde la percepción es inevitable, tanto por el espacio extremado como por la saturación de los colores.
Nacho pervierte los espacios, hasta los escenarios virtuales donde se ponen en circulación miles (millones) de selfies de las que toma sus lenguajes y códigos visuales para resignificarlos en su obra.
La profundidad se vuelve siniestra habitada por rostros monocromo. Éstos ya perdieron todo su oro, sólo quedan sus gestos de aburrimiento.
Belén Pacheco y Renzo Pignoni