Gabriel está atento. Entiende el valor de los momentos que se repiten, reconoce los huecos entre algo que contaríamos y algo que contaríamos después y decide que es eso lo que le gusta de nosotros. Con sensibilidad y humildad retrata momentos honestos y cotidianos que despiertan paciencia y aceptación. Cuando veo los dibujos de Gabriel tengo la sensación de que estoy ante una persona generosa y resuelta, que estoy ante alguien que recibió amor en su infancia, alguien que no duda al acercarse porque es noble.
Santiago Bazán